Durante la pandemia que hemos
sufrido durante esta primavera que nos ha sido robada, en principio por razones
de salud, he tenido tiempo de leer varios libros sobre el mundo de las
ideologías. Si pregunto cuántas ideologías hay, seguramente las contestaciones
se vayan de madre en el número respondido. No hay más allá de una docena de
ellas.
Refiriéndome a la España de
hoy, diré que la ideología que se nos quiere imponer sí o sí, es la
decimonónica del comunismo. Pero nos la quieren hacer imponer de forma
democrática, tan democrática que nos la están colando en el BOE, de tal manera
que la mayor parte del pueblo ni se enteran, y si lo hacen es a través del
b.o.e.t – boletín de ordenación de las ensoñaciones de televisión – que no
hacen otra cosa que pervertir el lenguaje para que la realidad no sea la que es
y la más de las personas se pierdan en un infantil relato de un Gobierno
socialcomunista que todo lo que hace es por el bien del País. Eso dicen, así lo
hacen creer y con las cañas en las terrazas, los anuncios de cremas solares y
la alegría de los abuelos por ver a sus nietos, nos tragaremos, sin pestañear,
los espetos que las venenosas ascuas de Sánchez e Iglesias, vayan asando a su
interés, olvidando, la inmensa mayoría, el proceso político de imponer la
agenda del comunismo, si bien es cierto que ellos, los comunistas, han sido los
que menos han engañado ya que lo venían diciendo desde el 15M. Pero la realidad
es la que es y por mucho que quieran no la harán desaparecer. Marx en su libro
tercero dijo: “yo no quiero cambiar la sociedad, quiero cambiar el Mundo”. Por
ahora su ideología va en camino de ello, pero, como digo, deseo que no lo
consiga, si bien es cierto que con los nuevos nubarrones que se ven en el
horizonte de la Humanidad, llegará a buen puerto, pero de forma diferente. Y
será distinta porque embutidos en el relativismo luterano y éste, envuelto en
el idealismo kantiano, nos alejamos de la realidad, concepto determinante y
determinado, que da al Hombre un Derecho Natural y el atributo del raciocinio.
Sólo se puede razonar desde la materia, conociéndola, disfrutándola y desde ahí
se podrá intuir una filosofía de vida. Este hecho, se nos está prostituyendo
con toda clase de desinformación; a través del cine, de canciones, de eventos no
científicos aceptados como tales, por el consumo masivo e innecesario de modas
y de clichés, cuyo objetivo es que perdamos la capacidad de razonar.
Volviendo a las nuevas
ideologías; la de Género, el Feminismo radical, el Cambio Climático, - ya no es
Calentamiento –, entre otras, hay una a la que llaman Globalización. Y, ésta,
aunque es la que mantiene mi atención, sus activistas, los que ponen en marcha
dicha ideología es mi verdadera preocupación. Bien es sabido que desde
Aristóteles, principalmente, siguiendo por Marco Aurelio y Séneca, comenzó una
filosofía de vida. El Estoicismo, que, generaciones más tarde sería abrazado
por el Cristianismo. En ambas el eje transversal es el Hombre. Es interpretar
al Hombre desde el Hombre para conocer racionalmente sus fines y sus objetivos
en la vida. Si bien el Cristianismo idealiza unos conceptos en pro de una
eternidad, el Estoicismo construye unos fundamentos de la vida material del
Hombre – sin materia no hay Hombre – para el mejor vivir. Es decir, para vivir
la realidad de la mejor manera posible. Otra cosa es que lo consiga o no.
Pues bien, los globalistas
tratan que el Hombre sea un eje circular, no transversal, un Hombre pegado a
una realidad, supuestamente democrática creada por una élite de multimillonarios,
disfrazados de filántropos. Pero con la diferencia de que éstos vivirán en la
realidad por sí, distinta a la que imponen al resto de la Humanidad. Si hace
unos años pensábamos que instituciones como la ONU, LA OIT, la OMS y otras más,
eran manejadas al interés de los EEUU porque era el mayor financiador de dichas
instituciones, es lógico pensar ahora que estos mismos organismos seguirán las
directrices de los que, hoy por hoy, son sus mayores contribuidores. Es de
cajón. Hoy estos Organismos Internacionales reciben más dinero a través de
Fundaciones y ONGs de ciertos magnates por su gran filantropía, que es
miserablemente falsa, que de los países soberanos que después de la II Guerra
Mundial los crearon. Esto es información abierta y cualquiera puede acceder a
ella. Y si aceptamos el argumento, estaremos de acuerdo que la soberanía de
todos los países está en cuestión. ¿Quién ha decidido que esos magnates sean
los grandes aportadores de capital a los Organismos Internacionales? ¿A qué
Naciones Soberanas han preguntado? ¿Cómo los Estados soberanos consienten el
hecho? Es algunas preguntas que debemos razonar.
De esos magnates, cuya
filantropía se nos televisa de forma pueril, hay dos que, busques lo que busque
en materia de salud o de energía, aparecen. Son B. Gate y G. Soros.
El primero es el mayor
financiador de la OMS, de UNICEF y de la OIT del mundo. ¿Por qué? ¿Por
filantropía? Gate por sus aportaciones millonarias influye en los Organismos
antes mencionados para que éstos sigan sus criterios. Ése es su por qué. Gate
necesita de su filantropía, para una vez aceptados sus principios, imponer sus
ideas malthusianas. Esa es la respuesta segunda. Recordemos que Malthus fue un
clérigo anglicano – la única religión creada por una Nación – que estudio la
demografía en su tiempo. Su teoría parte de dos premisas: 1- Los alimentos en
el Mundo crecen de forma aritmética. 2- La población Humana crece de forma
geométrica. La conclusión está clara; hay que controlar el crecimiento de la
población mundial. Pues bien, Gate, quiere hacer lo mismo. Como buen
globalista, para evitar el Cambio Climático hay que reducir el CO2 a cero. Para
conseguir hacerlo hay que alcanzar el cero en el gasto de energía, sea por los
servicios que necesitan todas las personas – lo digo de forma muy general – o
llegar a cero en el crecimiento poblacional mundial. Un ejemplo del control del
crecimiento demográfico que Gate quiere llevar a cabo – son informaciones
abiertas – fue el desarrollado en Kenia en 2015. En ese año, una de las
fundaciones de Gate, vacunó de la malaria a las jóvenes keniatas que estaban en
edad fértil. En unos meses, un grupo de médicos católicos observaron que los
abortos aumentaron de forma anormal. Hicieron un estudio de la vacuna de Gate y
descubrieron que ésta llevaba un compuesto que no dejaba desarrollar la
hormona que permite crear la placenta
una vez el ovulo fecundado se agarra a la pared del útero, provocando un
aborto. La vacuna tuvo que ser retirada, pero eso sí, en la desinformación más
absoluta. Esa es la moral y la ética del filántropo Gate. El ejemplo descrito
antes es uno, pero ¿quién dice que las nuevas vacunas de Gate no traerán
sorpresa? ¿Quién asevera que no nos meterán en el cuerpo un “microalgo” que ni
imaginamos? Así podrían llevar a cabo una ingeniería social a su modo, al modo
de los filántropos globalistas que con tanta simpatía se nos hace ver. Y ¿quién puede decir que si una persona se
niega a ser tratado por vacunas venideras no será marginado por la mayoría que
sí las acepte? En el siglo XX tenemos dos ejemplos; el nacimiento de los
nacionalismos, algo que hoy está en auge, y que culminó en el Nacional
Socialismo, por un lado y, en el Comunismo por el otro. No olvidemos que uno
terminó con los proscritos en Campos de Exterminio y el otro en los Gulag o en
las hambrunas más extremas que conoció la Humanidad.
El otro personaje globalista es
G.Soros. Bajo su filantropía se esconde una perversa ingeniería de desarticular
Estados Soberanos, mediante su llamadas “revoluciones de colores” – Egipto,
Ucrania, Servia, Hungría, y en España apoyando la secesión de Cataluña. El
objetivo de Soros es fragmentar Europa para poder controlar a la población más
fácilmente. Soros divide a las personas en buenos y malos y favorece a los
primeros que se dicen progresistas, partidarios de una “sociedad abierta que
supuestamente es libre y democrática, pero asumiendo una nueva moral que acabe
con el actual orden mundial. Pero la nueva moral es la suya, claro, y lo hace
financiando con miles de millones de dólares al año la ideología de género, la
inmigración ilegal, el lobby LGTBI+, a los proabortistas o a las feministas
radicales. Me parece que ya se intuye el nexo de unión entre Gate y Soros. Para
informarse más de Soros hay un espléndido libro de Juan Antonio de Castro y Aurora
Ferrer que se titula “Soros. Rompiendo España”
Lo escrito por este individuo
es este artículo, para algunos será absurdo. Y quizá tengan razón. Pero les
diré que lo absurdo es un desafío para el intelecto humano. Un desafío que para
vencerlo hay que tener conocimientos previos. El razonamiento siempre nace de
los desafíos, aunque en apariencia lo veamos como absurdos.